Maradona conoció la cocaína, según él mismo ha confesado en un par de
ocasiones, en Barcelona, donde jugó dos años a principios de la década
de los ochenta. Desde entonces no ha podido quitársela de encima, y
sigue reconociéndose drogodependiente, aún hoy, a punto de cumplir 40
años y después de dos temporadas como ex futbolista. Por culpa de las
drogas, más allá del daño que haya podido producir en su organismo,
Maradona se ha perdido dos años y medio de su carrera por sendas
suspensiones, la primera en 1991, en Italia, y la segunda en 1997, en
Argentina. Otra suspensión, de 15 meses, le aplicó la FIFA, tras dar
positivo en el Mundial de Estados Unidos, en 1994. Esa vez la sustancia
encontrada fue efedrina.Maradona llegó a Barcelona con 21 años. Ya
ostentaba por entonces el título de mejor jugador del mundo, pero en la
ciudad catalana las cosas no funcionaron como todos esperaban: un
Mundial de 1982 decepcionante, una prolongada lesión tras una entrada de
Goikoetxea y una hepatitis minaron parte del crédito del argentino, y
su moral. La depresión atacó por primera vez al Pibe de Oro, y la
cocaína fue su refugio.
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